sábado, 7 de marzo de 2009

Un diseño al día: 0036.

Sus sospechas se corroboraban.
Aquella tarde, mientras observaban y valoraban la zona de construcción con el encargado de las obras había recogido dos extrañas monedas del suelo, justo al pié de aquel arbol cuyos huecos tanto se asimilaban a un rostro.
Aquella noche se acercó en solitario de nuevo y agarrándose de aquella "boca" se asomó con la linterna entre los dientes. En respuesta obtuvo el brillo de algunas de las miles de antiguas monedas que las recientes lluvias acompañadas de viento habían removido y puesto de nuevo a la vista.
Vico improvisó un baile al pié del árbol y acto seguido enarboló el hacha y comenzó a golpear el árbol, esa sería la forma más rápida de abrir un agujero en su parte inferior y que las monedas cayesen a sus pies.
Por fin, tras un rato, un crujido mezclado con un tintineo metálico le anunciaba que había llegado a las monedas, y tras dos golpes más comenzaron a caer.
Vico dejó que aquel maná casi sepultaran sus pies y a continuación, con una histérica risa zambulló sus manos en las monedas arrojando algunas de ellas al aire.
-¡Rico! ¡soy asquerosamente rico!
De pronto un extraño crujido, como el de una madera todavía húmeda cuando se arroja al fuego le hizo darse la vuelta.
-¡No!¡Imposible!
Él sabía que aquel pequeño agujero no podía derribar el arbol, y sin embargo...
-¡Noooo!
La última imágen que vió ántes de morir aplastado fué la iracunda cara del árbol cayéndole encima.

Al día siguiente se retiró el cuerpo decapitado.
El árbol seguía en su lugar y a pesar de haber un hacha en el suelo el árbol no mostraba ningún golpe. El encargado de las obras pudo captar fragmentos de conversación apenas murmuradas por las gentes de aquellas tierras que aquel día se encontraban alli.
Al parecer en aquellos parajes se conocía la leyenda del árbol que otorgaba deseos, y se hablaba de la fiereza con la que éste protegía las monedas que simbolizaban los deseos de todos aquellos que se acercaron hasta él a los largo de los siglos.
Contempló el gigantesco árbol, mirando aquella extraña "cara" y le pareció que el gesto era sutilmente distinto al del día anterior, había cierto aire triunfal.
Título: EL ÁRBOL DE LOS DESEOS.
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