Planteándomelo friamente es un tema que me pone los pelos de punta.
Se acabó la procrastinación. Y también terminaron los largos intervalos creativos. El trabajo solo deja fragmentos infinitesimales de tiempo en el cual adaptar con celeridad la mente.
Y lo más espeluznante es que ultimamente esos fragmentos de ocio coinciden con actividades relacionadas con el trabajo en las cuales no debo intervenir, como renderizar vídeos, pasar cintas o automatizar procesamientos por lotes de imágenes...
La máquina y la necesidad dictan mi tiempo e imponen su mandato.
Que cosas...
jueves, 21 de octubre de 2010
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